miércoles, marzo 29, 2006

Delincuentes a mi lado

Ayer cuando tomé el bus articulado de regreso a casa (que, dicho sea de paso, ya le han robado los pequeños martillos para romper los vidrios en caso de emergencia), me senté en la penúltima fila, cuyos asientos están dirigidos hacia atrás. La última fila estaba desocupada. Instantes después se sentaron allí dos jóvenes de apariencia sospechosa, y de pronto uno de ellos extrajo algo que no pude indentificar bien, parecido en tamaño a una chala; lo que sí pude identificar claramente fue la marca ADIDAS, y más claramente, el tag plástico de seguridad de alguna tienda, todavía clavado en el producto. Por supuesto: eran ladrones, y a cada momento se sonreían de su fechoría. Durante gran parte del trayecto, trataron de destruir --infructuosamente-- el tag usando un llavero. Posteriormente subieron otros dos jóvenes mal agestados, de esos que se adueñan de una esquina y te lavan en forma obligada el parabrisas del auto con un líquido que da asco. Se sentaron junto a los ladrones, y viendo esta escena, le daban indicaciones de cómo destruir el tag. Todo esto me causó una impotencia de no tener cómo denunciar a aquellos antisociales, y después me quedé pensando cuántas veces esta misma escena se repite a diario en la ciudad, a vista y paciencia de todo el mundo. La delincuencia es cosa seria en nuestra sociedad, y quizá lo más triste al respecto es que jamás he visto una real preocupación por parte de las autoridades de combatir eficazmente ese flagelo. Seguramente esos indeseables hoy volvieron a la tienda, y no precisamente a comprar.

lunes, marzo 27, 2006

"No escupas contra el cielo, ni mees contra el viento..."

Soy un convencido que, así como toda buena acción hecha hacia una persona, repercute positivamente en quien la efectúa, todo lo "feo" que hagas a otro, tarde o temprano se te devolverá. Por eso no me extraña saber de alguien que durante su vida esgrimió toda clase de triquiñuelas para usurpar dinero o bienes de sus padres, hermanos, amigos, etc., y finalmente se encuentra sin un peso. O de otro que estando con pareja, no duda en abandonarla cuando encuentra otra "más linda", e inevitablemente terminará inmerso en la soledad.
Entonces, cuando escucho a alguna persona quejarse de su suerte, tal vez en parte ha sido su propia culpa y ni siquiera se ha detenido a pensarlo. Porque para algunos individuos, ser ladrón o canalla es lo más natural del mundo. Cuando veo a alguien tentado de actuar así, aún motivado por una simple vendetta, yo le digo: No escupas contra el cielo, ni mees contra el viento, porque claramente se te va a devolver. Nunca es tarde para corregir el timón, rumbo al puerto de la felicidad verdadera.

viernes, marzo 24, 2006

"Atendiendo al..."

Hoy después de almorzar me dirigí al Dunkin' Donuts a pedir uno de esos ricos expresos que son toda una delicia y me alegran el día. Sin embargo, poco a poco mi sonrisa inicial se fue transformando en un emputecimiento a punto de desbordarse: demora en atender, salto del número de atención, cajera dándome un vuelto de 340 pesos en monedas de 10, y el café que nunca lo entregaban. Entonces decidí reclamar y me encontré hablando con un jefe de local muy joven y de aspecto servicial, que aparte de disculparse, se encargó de darme una explicación tan simple como natural: el personal trabajando es insuficiente para la cantidad de público.
Entonces en un segundo recordé cuántas veces había ido a un banco, a un Servipag, al supermercado, etc., con uno o dos cajeros atendiendo público que requería diez personas... yo sé lo que es estar ahí porque también alguna vez atendí público solo cuando no debía estar solo, y no precisamente el público más o menos decente que va al Dunkin', sino que a verdaderos zoológicos humanos cuyas reacciones serían dignas de estudio por parte de algún sociólogo, y que te mantenían en una situación de tensión permanente que te podía llevar a cometer el mínimo error, suficiente para provocar el emputecimiento del tipo que tenías delante.
Qué más podía hacer... le estreché la mano y le dije que volvería otro día a tomar un rico café.

jueves, marzo 23, 2006

La verdadera cara del Transantiago

Hoy llegué atrasado al trabajo, pero no por haberme quedado dormido, sino porque simplemente el único bus que me sirve, tardó 40 minutos en pasar. ¡Qué distinto sería si el bus tuviera una hora de llegada al paradero, definida y conocida por los usuarios, y respetada por los conductores! Situaciones como esta me hacen envidiar mucho el sistema de vida de países avanzados, donde cada persona conoce y ASUME SUS RESPONSABILIDADES, cumple sus horarios, planifica sus acciones, y sabe prevenir situaciones excepcionales. Como un engranaje más de una gran maquinaria, que funciona bien porque todas sus partes funcionan en sincronía. Pero estamos en Chile, donde la Concertación volvió a meterles el dedo en la boca a los Santiaguinos con el plan Transantiago, que no ha demostrado ningún avance en materia de transporte... porque los nuevos buses siguen pasando a cualquier hora sin control, continúan subiendo vendedores ambulantes, siguen pasando dos y tres buses de la misma línea juntos, todavía persisten los antiguos buses amarillos, etc...