lunes, febrero 26, 2007

Volviendo al hobby cinéfilo

Hacia 1987-1988, leí en una revista sobre grandes películas del cine que jamás había visto. Pero la posibilidad de verlas era prácticamente nula, a menos que volvieran al cine (muy improbable), se estrenaran en TV (como fue el caso de "Gone With The Wind" y "Ben-Hur" en 1988), o que algún conocido la tuviera en video (opción más factible pero de todos modos complicada). En ese tiempo, había VCRs a la venta, pero su precio era inalcanzable (para un estudiante como yo).
Por esto, en 1989, cuando tuve mi primer (y hasta ahora único) VCR, me hice socio de un videoclub de la época (Errol's) y comencé a arrendar todas aquellas películas que nunca vi. Fueron muchas, porque lo que yo había visto en cines era poquísimo, aparte que muchos títulos son de épocas pasadas, y otros jamás se estrenaron en una sala de cine. En un año vi más cine que en toda mi vida hasta ese momento.
A los pocos años, habiendo visto ya gran parte de lo que me interesaba, dejé de frecuentar el videoclub (que posteriormente desapareció). Cuando se instaló CATV en mi casa, comencé a grabar algunas de aquellas películas que alguna vez arrendé (y otras que no conocía). Alcancé a tener varias videocintas, hasta que los canales de cable comenzaron a "marcar" chanchamente la imagen. (Posteriormente la compañía de cable cambió de canal casi todas las señales, dejando a los de películas en números que mi antiguo VCR no sintonizaba, desterrando para siempre mi opción de grabar.)
En la actualidad, el panorama es mucho mejor. Con la disponibilidad del DVD y las grabadoras de DVD, he vuelto un poco a aquel fervor que me invadió en 1989. Me hice socio de un par de videoclubs cerca del trabajo, y estoy arrendando DVDs con películas que me interesan (las haya visto o no, y cuyo costo de adquisición sea alto), y les hago una "copia de seguridad". Además, ahora en DVD están disponibles series de TV, algunas de ellas que vi de niño y joven, y que también están en la mira para tenerlas en la casa.

miércoles, febrero 21, 2007

Las pilas no se recargaron

Algo me pasa que siento que se me escapa el tiempo entre los dedos. Las vacaciones fueron tres semanas, pero me pareció sólo una... me había propuesto hacer mi página web y hacer algunas cosas, como catalogar las fotos que tomé en esos días, pero no he hecho nada de aquello.
Sé que es problema mío, sé que no estoy organizando bien mi tiempo... por otro lado, me siento entre abatido y ahogado, quizá por el reciente regreso al trabajo, el desórden y el desinterés que encontré en mi regreso, el transantiasco, el elevado costo de la mantención de mi auto... eso, más algunos dramillas que se arrastran de hace tiempo, que se resumen en una cosa: inquetudes sobre el futuro.
Creí que con tres semanas de vacaciones, volvería reacondicionado incluso para soportar malos ratos como el que me hizo pasar hoy un ejecutivo bancario que se las da de gerente general. Pero no fue así. Y mi temor es que no aguante un año para volver a descansar.

martes, febrero 13, 2007

Transantiago y la c...

Ayer volví a la triste rutina de un trabajo poco agradable. Pero el trauma no vino solo. Aparte de encontrarme con una oficina en total desinformación de lo que había acontecido en estas tres semanas, tuve que sobrevivir a la tontería de Transantiago, el gran negociado de la Concertación. Lindo panorama me esperaba.
Antes, tomaba un bus para ir y volver de la pega. Problema: esperar a que pasara, porque la frecuencia de paso era baja. A veces me choreaba de esperar y tenía que tomar otro bus y combinar con un segundo transporte, pero igual llegaba atrasado.
Ahora, Transantiago me obliga a tomar más de un transporte. Según el mapa estúpido de los recorridos, debo tomar un bus de acercamiento al Metro, y en este medio seguir hasta la pega. La idea es interesante porque el trayecto que hace el Metro lo cubre más rápido. PERO... sí, hay peros. Con este sistema, ya no pasan buses principales por Vespucio (al menos en este trayecto), lo cual significa que todo el mundo que usa esta vía DEBE usar el Metro. Pero lo peor, es que el bus de acercamiento no funciona como debe. Ayer de ida no pasó nunca y tuve que tomar un bus principal, y caminar un trecho hasta el Metro. De vuelta, después de tardar un buen rato, pasó pero no se detuvo. Tuve que usar un taxi pues ya a esas alturas estaba choreadísimo. Hoy logré subirme al alimentador. Pero no hizo el recorrido que aparece en el puto mapa: me dejó más lejos del Metro que ayer. Hoy me pregunto si lograré agarrar el alimentador, y si efectivamente me dejará cerca de casita.
Estamos en Febrero, sin escolares y con menos gente en la ciudad. No quiero ni pensar lo que pasará en Marzo. Este sistema, así como va, va a colapsar de frentón.
Vaticino que este sistema nunca va a funcionar bien, por una razón muy simple: en Chile no existe la mentalidad de países desarrollados, donde cada uno es una pieza de un gran reloj que, para funcionar bien, todas sus partes deben actuar correctamente y en coordinación. Aquí eso vale hongo y cada uno hace lo que se le da la gana (¿de qué sirve que el Metro sea eficiente si los buses que lo conectan no lo son?)
Tengo la alternativa de usar mi auto, donde voy cómodo y me tardo menos, pero conducir en calles colapsadas tampoco me agrada (porque es claro que mucha gente que tenga la misma opción, preferirá su auto), aparte que aumentaré más el kilometraje (y los gastos), y dado que mi situación no me permite cambiar mi auto, lo tendré que pensar más.
De cualquier forma, cada vez se vuelve más estresante, contraproducente y caro vivir en Santiago.

martes, febrero 06, 2007

De vuelta a Santi-asco

Hoy terminaron mis viajes de vacaciones. De vuelta a Santiago, al calor, a las aglomeraciones, a los tacos, etc... en definitiva, de vuelta a la "normalidad", y la próxima semana, de regreso a la rutina de las obligaciones...
Mis comentarios de las vacaciones, vendrán en una próxima crónica. Desde hoy, he decidido moderar los comentarios, ya que en mi regreso he detectado la intromisión de un mocoso indeseable que últimamente se ha dedicado a dejar groserías en mis crónicas. De modo que a mis lectores de siempre (si es que todavía leen estas crónicas), les reitero la invitación a dejar sus comentarios, que siempre son apreciados y bienvenidos.