Hoy después de almorzar me dirigí al Dunkin' Donuts a pedir uno de esos ricos expresos que son toda una delicia y me alegran el día. Sin embargo, poco a poco mi sonrisa inicial se fue transformando en un emputecimiento a punto de desbordarse: demora en atender, salto del número de atención, cajera dándome un vuelto de 340 pesos en monedas de 10, y el café que nunca lo entregaban. Entonces decidí reclamar y me encontré hablando con un jefe de local muy joven y de aspecto servicial, que aparte de disculparse, se encargó de darme una explicación tan simple como natural: el personal trabajando es insuficiente para la cantidad de público.
Entonces en un segundo recordé cuántas veces había ido a un banco, a un Servipag, al supermercado, etc., con uno o dos cajeros atendiendo público que requería diez personas... yo sé lo que es estar ahí porque también alguna vez atendí público solo cuando no debía estar solo, y no precisamente el público más o menos decente que va al Dunkin', sino que a verdaderos zoológicos humanos cuyas reacciones serían dignas de estudio por parte de algún sociólogo, y que te mantenían en una situación de tensión permanente que te podía llevar a cometer el mínimo error, suficiente para provocar el emputecimiento del tipo que tenías delante.
Qué más podía hacer... le estreché la mano y le dije que volvería otro día a tomar un rico café.
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2 comentarios:
Uf! Cobraselo luego, mira k se le va a olvidar!
Me recuerdas algo que escribi en mi blog..... sobre lo mismo.
No me extraña q hayas escrito algo parecido... son situaciones que aparecen en todo momento y lugar... son las crónicas del diario vivir :-D
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