Hoy caminando por Providencia, me topé con varios "mechones/as", que más parecían venir de una guerra que de un mechoneo universitario: sin zapatos, ropa totalmente rajada, y derramado por sus cuerpos toda clase de líquidos y mugre. Allí estaban, asquerosos, con risitas en sus caras, pidiendo dinero. Y me quedé pensando algo muy elemental: ¿por qué estos chicos y chicas se dejan humillar hasta ese extremo? ¿son tontos... o se hace buena plata pidiendo en la calle?
Yo también fui mechón... y en ese tiempo también sometían a los novatos a vejámenes. Pero yo jamás me dejé humillar. Creo que a lo más alcanzaron a rayarme con un plumón, porque a la primera mano que me agarró, comenzaba a dar combos y patadas, hasta que me dejaban tranquilo. Al año siguiente, ya como mechoneador, no participé en esas actividades.
Pienso que si los nuevos estudiantes son sometidos a esos vejámenes, es porque ellos mismos no hacen nada para impedirlo. Cuántas actividades recreativas se pueden inventar, para celebrar a los recién llegados... pero el círculo vicioso continua, porque los mechoneadores se desquitan con los novatos de lo que sufrieron cuando ellos fueron novatos, y de pronto se conocen casos de acuchillados, manoseadas o derechamente violadas, quemados, quebrados y lesionados. Claro, serán los menos, pero ocurren, y le puede pasar a cualquiera.
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