Uno de los inventos que más me han maravillado es la videograbación. Uno puede evocar el pasado viendo fotografías, pero otra cosa es revivir las acciones de seres queridos o amistades, o de uno mismo.
En general, la gente que posee videocámara, sólo la usa para grabar eventos muy especiales, como bodas, cumpleaños, graduaciones, algún viaje exótico, etc. El resto del tiempo la máquina permanece guardada, porque registrar fragmentos del diario vivir (de adultos) parece ser poco llamativo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, esas grabaciones van adquiriendo valor, y ni hablar si en ellas aparece gente que ya no está en este mundo.
Por esta razón, en cuanto pude hacerlo (hace cinco años), financié la compra de mi primera (y hasta ahora única) videocámara. Y me inicié, primero como camarógrafo, y en los últimos dos años, como editor.
Manipular una videocámara moderna es muy sencillo. Sólo se debe encuadrar y presionar un mismo botón de inicio y parada. Actualmente, la mayoría de las cámaras fotográficas compactas digitales también son capaces de capturar video. Incluso hay modelos de celulares que efectuan esta labor, aunque los resultados son más bien pobres, pero graban.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario