jueves, octubre 05, 2006

Quizá soy demasiado bueno

Soy un convencido que si haces un mal a alguien, tarde o temprano se te devolverá. Creo que esto mismo lo comenté en otra crónica ("no escupas al cielo ni mees contra el viento"). Por lo mismo, nunca he levantado vendettas, aunque en ocasiones, ganas me han sobrado. ¿Por qué digo todo esto? Porque mi actitud hacia los demás siempre (o casi siempre) ha sido muy abierta, en el sentido de escuchar al otro y eventualmente darle una mano, por ejemplo, haciendo favores. Qué agradable es cuando uno necesita algo, y otra persona te lo ofrece sin pedir nada a cambio, sino la sola satisfacción de haberte ayudado, ¿verdad? Sin embargo, a lo largo de mi vida, he tenido algunas malas experiencias al respecto, con gente que me ha puesto en situaciones incómodas o derechamente peligrosas, o simplemente han sido mal agradecidos. Claro, a todo el mundo le habrá pasado alguna vez, pero en mi caso, estas situaciones me han producido una contradicción: por una parte, mi tendencia natural y mi formación moral de tener una buena voluntad con los demás; por otra, un mundo o una sociedad donde las personas son sumamente individualistas y su objetivo es triunfar y tener más dinero y poder, aunque eso signifique pisotear al resto, apropiarse de lo ajeno, engañar, cahuinear, estafar, y por supuesto, abusar de la gente de buena voluntad. Ese es el mundo que tenemos, y no veo señales que esa tendencia vaya a cambiar.
Siempre pensé que aunque el mundo o el entorno fuese retorcido, no por eso yo me tenía que unir a una miserable filosofía de vida, o al menos quedarme indiferente. Ahora ya no estoy tan seguro. Siento que la gente (estoy hablando en general) no se acerca a mi en forma desinteresada, y eso no me gusta nada, aparte que me trae problemas. Naturalmente que sería todo más simple si uno pudiese detectar las intenciones ocultas de la gente y prevenirse. Pero no se puede... Al menos yo todavía no adquiero esa habilidad. Y quizá nunca la tenga. Entonces creo que ha llegado el (lamentable) momento de comenzar a cerrar una puerta que estuvo abierta por muchos años, por donde entró mucha gente buena pero también gente mala que causó daños y perjuicios que no pagó nunca. Pero no importa. Esas cuentas al final siempre se pagan, aquí o en la quebrada del ají.

2 comentarios:

FJ dijo...

Veo que tuvimos experiencias en algún modo parecidas... ningún problema en que aproveches mi crónica, sobre todo si sientes que representa lo que pensabas escribir ;-)

Anónimo dijo...

Sabes que es dificil filtrar eso, al menos para mi. Me siento tambien identificado con lo que dices. Se que hay gente que logra lo que quiere en base a eso, y esa es su razon de vida. No me gusta, no la comparto. Pero tuve que aprender a vivir con ello, porque es algo lo cual no puedes negar.

Gracias a eso me he ganado enemigos, que por suerte ya son parte del pasado. Pero, con los años me he puesto mas esceptico y desconfiado por eso. Y a veces, esa desconfianza, me ha salvado de muchas situaciones incomodas.

Espero que cierres la puerta lo suficiente, pero no demasiado ni muy poco.... es la unica forma de saber que es lo que pasa.

Suerte amigo!

Ro.