martes, julio 03, 2007

Digicams 2. La herencia analógica.

Antes de entrar al mundo de la foto digital, mi experiencia como aficionado había sido escasa. Para aprender fotografía (y posteriormente para cultivar el hobby), hay que sacar muchas fotos... y eso significa muchos rollos de película, muchos revelados, y bastante plata (que no tenía). Tampoco tenía cámara decente. (Sólo una máquina formato 126 que recibí cuando tenía 6 años... todavía la conservo... en un closet. Y supongo que todavía funciona.) Para viajes y eventos especiales, usaba una cámara formato 110 de mi padre. La calidad de las fotos era malita, pero la máquina al menos tenía flash electrónico (no como la otra, que usaba unos cubos desechables que servían para cuatro fotos...) Mi máxima aspiración era tener una cámara SLR, pero eran palabras mayores (de plata). Y persistía el problema de cómo financiar los films y los revelados...
En 1990 estuve a punto de comprar un equipo fotográfico Canon (aprovechando un viaje a Iquique)... pero finalmente compré otras cosas. En 1991 nos robaron en la casa, y entre lo perdido estuvo la cámara fotográfica (si hubiese comprado la Canon, de seguro también desaparece, y eso me habría dolido más). Dos años después, me regalaron una compacta de 35 mm, que me sirvió para las escasas instantáneas que tomé en el resto del siglo XX, hasta que se estropeó.
Pasaron los años, y en 2000, nuevamente estuve a punto de comprar una cámara fotográfica (ya estaba trabajando, ganaba mi plata, e iba a viajar al extranjero). Finalmente no viajé y decidí ahorrar plata para comprarme un auto.
Como dicen por ahí, la tercera es la vencida. La inspiración fue esta vez mi 1/2 naranja, fotógrafa. En 2004 ya tenía mi digicam, había ganado experiencia fotográfica, pero seguía siendo una cámara compacta --y tenía sus limitaciones. De modo que compré una Nikon SLR, usada, pero muy bien cuidada (nueva me costaba cuatro veces más).
El último paso (hasta ahora) lo di en 2005, con la Nikon D50, una SLR digital. Me dolió pagar lo que valía, pero ha valido la pena: me ha permitido ofrecer servicios profesionales de fotografía (fotos en matrimonios). Así que ya no importa si queda obsoleta... me ha dejado sus buenas monedas.

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