Permítanme inflarme de orgullo para decir que pasé agosto, ¡invicto! Ni siquiera un resfriado.
Cada invierno era víctima de alguna enfermedad, una gripe, resfrío, faringitis, etc. A veces leves, otras veces más fuertes. Por esta razón, yo siempre odié el invierno. Claro, tampoco me agrada que los días sean más cortos, o que durante los días cubiertos esté tan oscuro que haya que encender las luces. Pero esta temporada no sufrí ningún transtorno, a pesar que el invierno (que todavía no acaba) fue bastante frío (hasta nieve cayó), y a pesar de haber estado muy cerca de gente agripada.
¿El secreto para no apolillarse? No lo sé. No tomé fármacos ni productos naturales. Ni hechicería, ni nada ajeno a mi cotidiano vivir. ¿Fue suerte entonces? No creo. A veces pienso que en este logro tuvo ver el haber usado ropa de polar y guantes, a diferencia de otros años.
Comienza septiembre y ya se nota un cambio en el tiempo. En las noches y al amanecer, ya no hace ese frío polar que sólo hace casi un mes nos tenía cubierto de blanco. Primavera, aquí te espero.
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1 comentario:
Yo también pasé agosto... pero con problemas en la última parte, motivados por una fuerte gripe, que se hizo extensiva a estos primeros días de septiembre. Aún así, es gracia pasar agosto a mi edad(pese a que en general me siento muy bien), comparado con el caso tuyo, o de otros bastante menos afectados por "el paso de las décadas".
Saludos Tigre.
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