El sábado celebramos en mi casa mi cumpleaños (que fue día de semana). Sólo vienen a verme mis cinco tías y tío, y alguna amistad relacionada con la familia. Nunca fallan (salvo si están enfermos... después de todo, todavía estamos en agosto). A veces algún amigo o conocido me llama para saludarme, pero nadie más. Consecuentemente, tengo presente los aniversarios de mis tíos y una que otra amistad, pero nadie más.
Tomando en cuenta lo anterior, cuando tuve que confeccionar la lista de invitados para mi matrimonio, no lo tuve que pensar mucho. Tenía muy claro que había gente que estaría porque yo quería que estuvieran presentes, como el caso de mis tíos. Y otras personas las tendría que invitar "por obligación familiar", como los hijos de ellos (mis primos). Después de todo, los familiares son los "amigos que elige Dios, no uno".
Por lo mismo me reventó cuando mi vieja quiso incluir como invitados extra a unos primos de ella... gente que no tiene mayor relación conmigo, que jamás veo, y que me desagradaría ver comiendo y chupando con cargo a mi cuenta. Y como nosotros (los novios) organizamos y pagamos, rápidamente remedié la situación reemplazando a estos personajes por otra gente conocida que aunque no son de la parentela, valen mucho más, por su desinterés, su atención, su amistad, su preocupación, su intención.
domingo, agosto 12, 2007
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